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La endoscopia gastrointestinal superior es un procedimiento diagnóstico que permite la visualización directa del esófago, el estómago y el duodeno mediante un endoscopio flexible. Este procedimiento se considera una herramienta fundamental en gastroenterología debido a su capacidad para evaluar con precisión la mucosa del tracto digestivo superior y detectar una amplia gama de patologías, muchas de las cuales presentan manifestaciones subclínicas o inespecíficas que podrían pasar desapercibidas en otras pruebas diagnósticas. A continuación, se detallan las principales enfermedades y condiciones que pueden detectarse mediante endoscopia, con una descripción técnica respaldada por estudios indexados en el ámbito de la gastroenterología.

1. Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) y Esófago de Barrett

La ERGE es una patología crónica en la cual el reflujo del contenido gástrico hacia el esófago provoca daño en la mucosa esofágica. La endoscopia permite observar signos de esofagitis erosiva e identificar el esófago de Barrett, una metaplasia intestinal en el esófago distal que constituye una lesión premaligna, con potencial de progresión a adenocarcinoma esofágico. La biopsia dirigida y la clasificación de la extensión de Barrett mediante la clasificación de Praga son estándares en la práctica endoscópica para evaluar el riesgo y planificar la vigilancia a largo plazo [1].

2. Úlceras Gástricas y Duodenales

Las úlceras pépticas, que incluyen las gástricas y duodenales, son lesiones profundas en la mucosa debidas a la interacción entre factores agresivos, como Helicobacter pylori y el uso de AINEs, y mecanismos defensivos alterados. La endoscopia es el procedimiento de elección para el diagnóstico, permitiendo no solo la identificación y localización de las úlceras, sino también la biopsia en casos de úlceras gástricas para descartar malignidad. Además, permite la evaluación hemostática endoscópica en úlceras sangrantes, clasificadas mediante el sistema de Forrest [2].

3. Gastritis Atrófica y Metaplasia Intestinal

La gastritis atrófica y la metaplasia intestinal son hallazgos endoscópicos importantes en el contexto de la carcinogénesis gástrica. La endoscopia permite detectar signos de atrofia y la transformación metaplásica de la mucosa gástrica, lo cual indica un aumento del riesgo de cáncer gástrico. La toma de biopsias estandarizada en cinco puntos según el Sistema Operativo de Sydney y su posterior análisis histopatológico son esenciales para la vigilancia y estratificación de riesgo en estos pacientes [3].

4. Neoplasias Gastrointestinales: Cáncer Gástrico y Cáncer Esofágico

La detección de cáncer en el tracto gastrointestinal superior, tanto gástrico como esofágico, es una de las aplicaciones más críticas de la endoscopia. La endoscopia permite la visualización detallada de neoplasias y lesiones displásicas, así como la obtención de biopsias para el análisis histológico. Las lesiones se describen según la clasificación de París para neoplasias superficiales, lo cual facilita su caracterización y decisión terapéutica, incluyendo resección endoscópica en etapas iniciales [4].

5. Pólipos Gástricos y Lesiones Subepiteliales

Los pólipos gástricos y otras lesiones subepiteliales pueden detectarse incidentalmente durante la endoscopia. Aunque la mayoría de los pólipos gástricos son benignos, ciertos tipos, como los adenomas y los pólipos de glándulas fúndicas en pacientes con síndrome de poliposis, presentan riesgo de malignización. La endoscopia permite caracterizar estos pólipos mediante cromoendoscopia y magnificación óptica, así como realizar biopsias o resección completa cuando es necesario [5].

6. Varices Esofágicas y Gastropatía Portal Hipertensiva

Las varices esofágicas, que se desarrollan en el contexto de hipertensión portal, son un factor de riesgo crítico para el sangrado gastrointestinal alto en pacientes con cirrosis hepática. La endoscopia permite no solo su diagnóstico, sino también su clasificación y manejo, como la ligadura elástica de varices esofágicas. La gastropatía portal hipertensiva también puede ser evaluada endoscópicamente, lo cual permite ajustar el tratamiento profiláctico en función del riesgo de hemorragia [6].

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7. Enfermedad Celíaca

La endoscopia es instrumental en el diagnóstico de la enfermedad celíaca, una patología autoinmune desencadenada por el consumo de gluten en individuos genéticamente predispuestos. Los hallazgos endoscópicos típicos incluyen atrofia de las vellosidades, patrón en mosaico y pérdida de los pliegues duodenales. La toma de biopsias múltiples del duodeno es esencial para la confirmación diagnóstica y la evaluación de la respuesta al tratamiento [7].

8. Diagnóstico de Helicobacter pylori

La infección por H. pylori, una bacteria con afinidad por la mucosa gástrica, es un factor de riesgo bien documentado para úlceras gástricas, gastritis crónica y cáncer gástrico. La endoscopia permite la obtención de biopsias para pruebas de ureasa rápida o cultivo bacteriano, confirmando la infección. La detección y erradicación de H. pylori es fundamental para reducir la progresión a enfermedades más graves [8].

9. Sangrado Digestivo Alto: Identificación y Tratamiento

El sangrado digestivo alto es una emergencia médica en la que la endoscopia permite localizar la fuente del sangrado, como úlceras, varices o lesiones de Mallory-Weiss, y aplicar técnicas terapéuticas de hemostasia, como la inyección de adrenalina, coagulación térmica o la colocación de clips hemostáticos. El uso de la escala de Rockall y la clasificación de Forrest permite estratificar el riesgo y decidir el manejo post-endoscópico [9].

10. Esofagitis Eosinofílica

La esofagitis eosinofílica es un trastorno inflamatorio crónico mediado por eosinófilos. La endoscopia permite identificar signos característicos, como anillos esofágicos, exudados blancos y estrechamiento del lumen, y realizar biopsias para la confirmación histológica. La cuantificación de eosinófilos en la mucosa es esencial para el diagnóstico y diferenciación de otras esofagitis [10].

11. Hernia Hiatal y Evaluación de Disfunción del Esfínter Esofágico Inferior

La hernia hiatal se diagnostica mediante endoscopia observando el desplazamiento de la unión gastroesofágica hacia el tórax. La endoscopia también permite evaluar la función del esfínter esofágico inferior en el contexto de la ERGE, facilitando la planificación de intervenciones quirúrgicas o médicas para mitigar el reflujo [11].

12. Trastornos de Motilidad Esofágica y Evaluación de Acalasia

En pacientes con sospecha de acalasia u otros trastornos de motilidad esofágica, la endoscopia permite visualizar el esófago y evaluar signos de estenosis o dilatación esofágica. Aunque la manometría es el estándar para la evaluación motora, la endoscopia es útil para descartar causas mecánicas de disfagia y confirmar la disfunción del esfínter esofágico inferior [12].

La endoscopia gastrointestinal superior es una herramienta invaluable en la gastroenterología moderna, permitiendo el diagnóstico, manejo y seguimiento de una amplia gama de enfermedades del tracto digestivo superior. Su capacidad para visualizar en tiempo real la mucosa, realizar intervenciones terapéuticas y obtener biopsias hace de la endoscopia un pilar esencial en el manejo clínico de enfermedades gastrointestinales.

Fuentes, referencias
y artículos de origen

  • Sharma, P., & Katzka, D. A. (2010). Esophageal and Gastric Disorders. New England Journal of Medicine, 362(12), 1154-1164. https://doi.org/10.1056/NEJMra0914645
  • Forrest, J. A., Finlayson, N. D., & Shearman, D. J. (1974). Endoscopy in gastrointestinal bleeding. The Lancet, 304(7877), 394-397. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(74)91770-X
  • Dixon, M. F., Genta, R. M., Yardley, J. H., & Correa, P. (1996). Classification and grading of gastritis. The updated Sydney System. The American Journal of Surgical Pathology, 20(10), 1161-1181. https://doi.org/10.1097/00000478-199610000-00001
  • Paris Endoscopic Classification Group. (2003). The Paris endoscopic classification of superficial neoplastic lesions. Gastrointestinal Endoscopy, 58(6 Suppl), S3-S43. https://doi.org/10.1016/S0016-5107(03)02159-X
  • Carmack, S. W., Genta, R. M., Graham, D. Y., & Lauwers, G. Y. (2009). Management of gastric polyps. Gastroenterology & Hepatology, 5(9), 641-649. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3033546/
  • Garcia-Tsao, G., Sanyal, A. J., Grace, N. D., & Carey, W. (2007). Prevention and management of gastroesophageal varices and variceal hemorrhage in cirrhosis. The American Journal of Gastroenterology, 102(9), 2086-2102. https://doi.org/10.1111/j.1572-0241.2007.01481.x
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  • Rockall, T. A., Logan, R. F., Devlin, H. B., & Northfield, T. C. (1996). Risk assessment after acute upper gastrointestinal haemorrhage. Gut, 38(3), 316-321. https://doi.org/10.1136/gut.38.3.316
  • Dellon, E. S., Gonsalves, N., Hirano, I., Furuta, G. T., Liacouras, C. A., & Katzka, D. A. (2013). ACG clinical guideline: evidenced based approach to the diagnosis and management of esophageal eosinophilia and eosinophilic esophagitis. The American Journal of Gastroenterology, 108(5), 679-692. https://doi.org/10.1038/ajg.2013.71
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  • Vaezi, M. F., Pandolfino, J. E., & Vela, M. F. (2013). ACG Clinical Guidelines: Diagnosis and Management of Achalasia. The American Journal of Gastroenterology, 108(8), 1238-1249. https://doi.org/10.1038/ajg.2013.196

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